EL SISTEMA DE REPARTO: UNA LINDA IDEA QUE NO FUNCIONA

El déficit de financiamiento de este tipo de sistema significa que para pagar las pensiones habrá que dejar de pagar otras cosas, como programas sociales, subsidios o infraestructura.

Tras los resultados de la primera vuelta presidencial en la mano, los candidatos José Antonio Kast y Gabriel Boric han mostrado posiciones más moderadas para atraer a los votantes de centro que son necesarios para ganar la elección. El postulando del Frente Social Cristiano, por ejemplo, parece estarse abriendo a temas como el cambio climático y los derechos de la mujer. Y el de Apruebo Dignidad, en cambio, ha mostrado un repentino interés en temas como la seguridad ciudadana y ha retrocedido completamente en su apoyo inicial a la idea de indultar a quienes cometieron delitos durante el estallido social.

Sin embargo, donde aún no se ve que Boric suelte prenda es en el tema de las pensiones. Su intención original, si nos remitimos a su programa, es eliminar el actual sistema de AFP y reemplazarlo por uno que, más allá de los apellidos y accesorios, es básicamente un sistema de reparto. ¿En qué consiste? En que los fondos que provienen de los sueldos de todos los trabajadores actuales financian las pensiones de nuestros futuros jubilados.

A esto le llaman solidaridad intergeneracional. Una linda idea, sí. Pero una linda idea que no funciona, y que además genera problemas en otros ámbitos.

Basta fijarse en el caso español. Ellos tienen un sistema de pensiones basado en reparto, que está consagrado en su Constitución. Actualmente, 19 millones de trabajadores financian las pensiones de 9 millones de jubilados. El problema es que se proyecta que en los próximos 15 años el número de jubilados se duplicará.

Desde mediados de este año, gobierno, partidos políticos y empresas de ese país han estado discutiendo reformas, porque el sistema no se financia. Al 2020, el déficit del sistema llegaba a los 30.000 millones de euros, estimándose que las pensiones se comerán nada menos que un 35,8% del presupuesto fiscal. Una de las medidas que se están proponiendo para paliar el déficit es aumentar la edad de jubilación a 77 años.

Y hablamos de un país desarrollado, un país rico.

Chile no es rico, pero vive fenómenos parecidos a los de España. Su población también envejece. Hoy sólo hay 3,4 cotizantes por cada pensionado. Y para el año 2045 se proyecta que habrá apenas dos trabajadores activos por cada persona jubilada. Eso significa que para pagar las pensiones habrá que dejar de pagar otras cosas, como programas sociales y subsidios. O que habrá que buscar la plata en otro sitio, aumentando impuestos o a través de endeudamiento.

La solución menos impopular es el endeudamiento fiscal, porque parece que no afecta la vida normal de las personas. Pero igual las daña. Primero porque el endeudamiento para pensiones, a diferencia del endeudamiento para infraestructura o para educación, no genera bienes futuros, sólo se usa en consumo. Segundo, si aumenta la deuda de un país disminuye la posibilidad de conseguir créditos en buenas condiciones, ya sea para empresas (lo que le pega al empleo) o personas.

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